Torres de la
Alameda, situada al este de Madrid, se configura como uno de los puntos eje de
la Campiña-Corredor del Henares. Actualmente es un municipio caracterizado por
una confluencia de elementos económicos, sociales y culturales que hacen de él,
sin ninguna duda, uno de los puntos más atractivos de su entorno en nuestra
Comunidad.
Equidistante
de Alcalá de Henares y de Torrejón de Ardoz, unos 10 km, a 14 de San Fernando
de Henares y a 30 km de Madrid, la historia del poblamiento de esta zona del
territorio madrileño tiene su origen, ya contrastado, en torno al Paleolítico
Medio, fase musteriense (250.000-40.000 a.C.), con la localización, en un área
próxima al arroyo Pantueña, de un área de explotación y transformación de
industria lítica. Tras un largo hiato temporal, encontramos un segundo momento en
el periodo Calcolítico, (III milenio a.C.) donde se localiza, tanto en el
polígono industrial como en el barrio de la Mariblanca, sendos agrupamientos de
viviendas, áreas funerarias e industriales. Desde entonces y hasta el momento
actual se constata la presencia de una secuencia cronológica de ocupación
ininterrumpida.
Ya en la
Edad del Bronce se localizan una relativa cantidad de asentamientos, siendo uno
de los más interesantes el que se ubica próximo a la actual plaza de toros, donde
sitúa un yacimiento de escasas dimensiones de este periodo y que se vendrá
desarrollando durante la Edad del Hierro (I y II), alcanzando la fase
carpetana, previa al contacto con Roma.
De siempre
se pensó que las tres torres en el escudo de esta población aludían al nombre
dado a ésta por los árabes al ver las altas fortificaciones por ellos
construidas. Sin embargo en el cercano polígono industrial se localizaron
restos de un asentamiento de ámbito romano, quedando muestra de su asentamiento
en esta tierra en una lápida funeraria localizada en la ermita de la Soledad,
sita en la población, lo que podría ser el origen del topónimo Torres, aunque
con la variante romana turris.
Restos
romanos se localizan mayoritariamente en la zona norte del término municipal,
en relación al asentamiento republicano de Complutum.
Sin embargo, algunos elementos también se localizan en el entorno del actual
núcleo urbano. Próximo al yacimiento calcolítico, pero en la llanada baja, se
tienen noticias de la localización de lo que puede ser una villa romana, siendo
posiblemente la lápida existente en la ermita de La Soledad, originaria de este
asentamiento, y que podemos relacionar con los propietarios de esta villa que
aun residiendo en Complutum, llegado el momento de su muerte, opten por ser
enterrados en sus fundos.
Tras la
caída de Roma, este territorio, al igual que otros circundantes, entra a formar
parte del reino visigodo de Toledo, sufriendo los mismos avatares que el resto
de las tierras del entorno, no teniendo datos que apoyen la posibilidad de que
el asentamiento romano subsistiera en el mismo lugar o sus proximidades. Prueba
de esto es el yacimiento localizado hace algunos años al abrir el tramo de la
M-300 a su salida de Torres hacia Alcalá.
En 711 son
conquistadas estas tierras por los árabes, definiendo una cierta cantidad de
asentamientos, muchos de ellos de carácter defensivo, éste parece ser el caso
de Torres. De esta ocupación de cuatro siglos poco es lo que se conserva,
destacando en la iglesia lienzos construidos de arte mudéjar.
Alfonso VI
toma de su mano la reconquista del territorio. Ocupó Toledo (1085) aprovechando
las luchas civiles que habían estallado en la ciudad a la muerte de al-Mamún. El rey permitió a los
toledanos permanecer en sus casas, lo cual no le impidió nombrar a un monje
cluniacense como nuevo arzobispo e implantar el culto romano en la ciudad
emblemática del mozarabismo hispano. Alfonso VI se tituló “emperador de toda España y señor de las gentes de las dos religiones”.
Trasladaba la frontera del valle del Duero al Tajo; se inició la repoblación de
ciudades antiguas y la nueva frontera se afianzó con la toma de las plazas de
Madrid, Coria, Guadalajara, etc.
Torres,
desde este momento entrará a formar parte del grupo de asentamientos dependientes
de Alcalá, lo que no conllevará necesariamente unidad, ya que desde el primer
momento se producen roces entre la cabecera, Alcalá, y la población de Torres.
El 11 de
abril de 1555 la princesa Dña. Juana de Portugal otorgará a Torres, en nombre
de su hermano el Rey Felipe II, el título de villa, que aún ostenta en la
actualidad.
Continúan
los litigios con Alcalá y la injerencia de los arzobispos toledanos hasta que
Felipe II decide arrebatar al Arzobispo de Toledo la jurisdicción de Torres,
arrogándosela para la Corona.
En 1833,
como todo el partido de Alcalá, el territorio de Torres pasa a integrarse en la
provincia de Madrid. Es, ya a finales de este siglo, cuando tenemos noticias
sobre el tamaño de la población, cifrada en 210 casas.
A mediados
del siglo XX (1950) se confirma la existencia de 1000 habitantes en la
población, habiendo superado en la actualidad las 4500 almas y experimentando
un progresivo crecimiento en los últimos años debido al amplio desarrollo del
tejido industrial.
En Torres
destacan la Iglesia de la Asunción, joya plateresca (s. XVI), con una torre de
base mudéjar y un campanario del siglo XV rematado en un chapitel del XVII. En
ésta se ubica una famosa colección de relicarios, destacando de entre ellos un
“lignum crucis”.Otro elemento destacable en la población es la ya
citada ermita de la Soledad (siglos XV-XVI), en donde se ubica una copia
íntegra de la Sábana Santa de Turín, realizada en 1620